
A más de 4.000 kilómetros de su hogar en Misiones, Domingo Mariano Zarza llegó a Río Grande con un único y desgarrador objetivo: recuperar el cuerpo de su hijo, Ramón Sebastián Zarza. Ramón, quien había sido condenado a tres años y seis meses de prisión, murió el 6 de agosto en la Unidad de Detención de Río Grande, a solo un mes de haber sido sentenciado.
Lo que Domingo ha encontrado en Tierra del Fuego es un muro de silencio institucional, miedo y soledad. En una entrevista con FM “Austral”, relató su angustia y la falta de respuestas: “No pude reconocer el cuerpo de mi hijo. Todo está escondido, en secreto. No sé lo que pasó”.
El padre denunció que, mientras su hijo estuvo preso, él y su familia recibieron múltiples llamadas exigiendo dinero a cambio de la seguridad de Ramón. “Me pedían 10, 15, 20 mil pesos. Decían que era para resolver cosas adentro. Nosotros se lo pasábamos porque teníamos miedo por él”, confesó. Las amenazas no se detuvieron con la muerte de su hijo. Domingo afirmó que su propia vida estuvo en riesgo, ya que recibía llamadas preguntando sobre su paradero. A pesar del peligro, ahora asegura no tener miedo: “Mi hijo se fue… pero yo sigo solo”.
La familia Zarza, que aún se encuentra en Misiones, rechaza la versión oficial de un presunto suicidio por ahorcamiento. Domingo afirma que la madre de Ramón había hablado con él el día anterior a su muerte y que “estaba bien”, descartando por completo la hipótesis del suicidio. Además, denuncia que le negaron información crucial, como la identidad del guardia de turno y la existencia de cámaras de seguridad.
La investigación sigue abierta, y sin una orden judicial para la entrega del cuerpo, Domingo se encuentra atrapado en una ciudad extraña, lejos de los suyos y sin trabajo fijo. Ha tenido que pedir dinero prestado para costear su viaje y estadía. En los Tribunales, le dijeron que “no tenían novedades” y le aconsejaron no hablar con la prensa ni con autoridades, un consejo que él ignora con valentía.
Con su familia en Misiones preocupada por su seguridad, Domingo se mantiene firme. “Todo tiene que salir a la luz para que otros hijos que van presos no terminen así. Somos familias que nos sentimos desamparadas y amenazadas. Yo solo quiero llevarme a mi hijo y enterrarlo junto a los suyos”, concluyó.